El objetivo principal es salvar la mayor parte posible de la extremidad. En caso de enfermedad arterial, hay que considerar métodos que mejoren el riego sanguíneo deficiente, por ejemplo, cirugía arterial directa, trombolisis o simpatectomía.
La parte afectada debe mantenerse seca mediante la exposición y, posiblemente, un ventilador. No debe calentarse. Las zonas de presión local deben protegerse mediante acolchado para evitar el desarrollo de nuevos parches de gangrena. La piel dura o desecada debe retirarse si ayuda a la línea de demarcación, la liberación de pus o el alivio del dolor.
La amputación está indicada cuando no puede mejorarse el riego sanguíneo, la extremidad está aplastada o la gangrena húmeda se extiende rápidamente.
Pueden tomarse otras medidas más específicas dirigidas al agente etiológico subyacente.
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