La temperatura central es la que se considera que perfunden los órganos vitales, como el cerebro y el corazón; suele mantenerse entre 36 y 37,5 grados centígrados. Se mide clínicamente con sondas en el recto, el esófago o la nasofaringe.
En la práctica, este tipo de medición es difícil, por lo que se registra la temperatura oral, normalmente sublingual. La temperatura central no se mantiene en las capas superficiales del cuerpo, que son más frías y tienen un rango más amplio de variación de la temperatura con los cambios de la temperatura externa. Por ello, la temperatura oral suele ser entre 0,25 y 0,5 grados centígrados inferior a la temperatura central.
La temperatura central presenta un ritmo circadiano, siendo la más baja en las primeras horas de la mañana, y un ritmo mensual en las hembras en paralelo con los ciclos ovulatorios.
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