La infección del tiroides es poco frecuente. Suele producirse en niños pequeños o en pacientes debilitados. En la mayoría de los casos, es secundaria a una infección en otro lugar.
La infección bacteriana es la más frecuente. Los agentes son el estafilococo áureo -en un tercio de los casos-, los estreptococos, la Salmonella, el Enterobacter y las micobacterias. La infección fúngica es rara.
Suele presentarse con un agrandamiento doloroso de la glándula tiroides.
La afección suele ser transitoria. Puede tratarse con drenaje quirúrgico y antibióticos.
La disfunción tiroidea a largo plazo es rara.
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