El tratamiento de un absceso depende en gran medida de su localización, extensión y enfermedad subyacente. El tratamiento de cualquier enfermedad subyacente es primordial, por ejemplo, enfermedad diverticular, carcinoma pulmonar.
Los antibióticos tempranos y apropiados pueden evitar la necesidad de intervención quirúrgica. Un cuadro tóxico indica la necesidad de hemocultivos para optimizar los antibióticos y de más investigación con respecto a la cirugía.
La historia y los hallazgos clínicos suelen indicar la localización del absceso. Otras técnicas incluyen:
- radiografía abdominal: puede mostrar íleo, masa de partes blandas o derrame torácico secundario a absceso subfrénico
- estudio con contraste gastrointestinal: puede mostrar una fuga en el lugar de la perforación
- ecografía, muy versátil para todos los abscesos de partes blandas
- TAC, la investigación de elección para cráneo, tórax o pelvis
- gammagrafía con radionúclidos con leucocitos marcados con indio; sin embargo, no diferencia entre infección e inflamación general.
El tratamiento quirúrgico depende de la localización:
- las lesiones cutáneas pueden requerir una simple incisión y drenaje con o sin taponamiento de la cavidad
- la lesión abdominal puede abordarse con
- drenaje percutáneo guiado por ecografía o TC con catéteres que se dejan in situ durante un periodo prolongado
- laparotomía y drenaje definitivo con drenaje cerrado postoperatorio
- el absceso pancreático requiere que toda la herida se deje abierta y se vuelva a taponar repetidamente
El colapso de la cavidad en el postoperatorio puede comprobarse inyectando medio de contraste por el drenaje. Todo el pus debe enviarse a cultivo y la membrana piógena a histología para descartar transformación maligna.
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