Los coritocsteroides intralesionales son un pilar en el tratamiento de las cicatrices hipertróficas y queloides. Su acción molecular es múltiple
La inyección intralesional puede combinarse con otras modalidades de tratamiento. Por ejemplo, tras la escisión de la cicatriz y antes del cierre de la herida, puede inyectarse esteroide en la dermis circundante. Más típicamente, una cicatriz hipertrófica o queloide activa se inyecta con un agente como la triamcinalona cada cuatro a seis semanas. Se inyectan concentraciones de 10-40 mg/ml con una aguja de calibre 25 a 27. Las dosis máximas en una consulta pueden ser de hasta 100 mg. Las jeringas diabéticas de 0,5 ml o 1 ml son muy adecuadas para esta tarea, ya que la aguja integrada permite generar una presión adecuada; a menudo existe una gran resistencia a la infiltración de esteroides debido a la densidad de la cicatriz. La inyección puede ser dolorosa, por lo que una técnica útil consiste en mezclar el corticosteroide con anestésico local, inyectar anestésico local en el tejido subcutáneo antes de la infiltración o aplicar crema anestésica local en la zona durante un tiempo adecuado (normalmente de 30 minutos a una hora) antes de la inyección de corticoides. En el momento de la inyección, la aguja debe estar situada a suficiente profundidad dentro de la lesión para limitar la tendencia a la ulceración. La infiltración adecuada viene indicada por el blanqueamiento transitorio de la lesión.
La mayoría de las lesiones responden a este régimen con aplanamiento, reducción del eritema y prurito. Este cambio puede tardar algunas semanas en iniciarse. Anecdóticamente, se cree que las cicatrices hipertróficas responden mejor que las queloides. En el caso de estas últimas, hasta la mitad de las lesiones recidivan.
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