Una hipótesis de por qué algunas personas desarrollan enfermedades atópicas, como la rinitis alérgica, el asma y el eccema atópico, es que existen alteraciones en su microflora intestinal que no se observan en quienes no padecen dichas afecciones. Esta teoría subyace a la propuesta de que los probióticos (microorganismos administrados por vía oral) que contienen, por ejemplo, especies de Lactobacillus y Bifidobacterium, podrían ayudar a prevenir y tratar los trastornos atópicos mediante la alteración de la microflora intestinal (1).
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