El reciente aumento de la incidencia de la DMT1 apunta a un entorno global cambiante más que a variaciones en el acervo genético, que requieren el paso de múltiples generaciones (1).
Los estudios en gemelos también aportan pruebas de la importancia de los factores de riesgo ambientales de la DMT1.
Se cree que los factores de riesgo ambientales actúan como "iniciadores" o "aceleradores" de la autoinmunidad de las células beta, o como "precipitadores" de síntomas manifiestos en individuos que ya presentan indicios de destrucción de las células beta (1).
Los factores de riesgo ambiental de la T1D que más atención han recibido son los virus y la nutrición infantil.
Actualmente también se está estudiando el papel de la higiene en la etiología de la T1D
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