El agrandamiento difuso y no tóxico del tiroides puede ser endémico o esporádico.
Los bocios endémicos son los que se producen con alta incidencia en determinadas regiones geográficas, por ejemplo, los Alpes, los Andes y el Himalaya. Se asocian a una carencia de yodo, pero deben intervenir otros factores, ya que la prevalencia varía en zonas con niveles bajos de yodo similares. Factores como la ingesta de goitrógenos o defectos metabólicos en la síntesis de tiroxina pueden ser importantes.
Los bocios esporádicos son menos frecuentes. Las mujeres se ven afectadas unas 8 veces más que los hombres, con una incidencia máxima en la pubertad o en la juventud. La causa rara vez se conoce, pero puede estar relacionada con los efectos combinados del estrés fisiológico, la dishormogénesis y los goitrógenos.
El bocio simple surge de una hiperplasia compensatoria en un intento de mantener los niveles de hormona tiroidea. Una vez alcanzado un estado de eutiroidismo, se acumula coloide, de ahí el término bocio coloide.
La importancia clínica depende del nivel final de función tiroidea alcanzado. El yodo puede provocar la regresión del bocio en las fases iniciales, pero más adelante no suele tener ningún efecto.
La mayoría de los bocios simples evolucionan hacia un bocio multinodular.
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