El tratamiento comienza con un diagnóstico preciso de las posibilidades orgánicas, que deben descartarse con la investigación adecuada si es necesario.
Si se llega a un diagnóstico de dolor no orgánico, los siguientes puntos pueden ser útiles en el tratamiento:
- reafirmación de que no hay nada grave que cause el dolor; que no hay nada que encontrar en la exploración
- introducción gradual de la idea de que puede producirse dolor no orgánico, junto con una enérgica negación de que esto signifique que el dolor "está todo en su cabeza"
- reconocimiento de que el dolor del niño es, de hecho, muy real
- el tratamiento posterior implica una identificación más clara de los factores desencadenantes y de las formas de superarlos, métodos para evitar el refuerzo del dolor cuando se produce y la derivación a colegas psicólogos cuando proceda.
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