El diagnóstico de la enfermedad celíaca no debe hacerse por la respuesta sintomática a la retirada del gluten o a la provocación.
En la actualidad, la enfermedad celíaca se diagnostica sobre la base de una serología celíaca positiva seguida de una biopsia duodenal confirmatoria (presencia de atrofia vellositaria y aumento de los linfocitos intraepiteliales) (1).
Un aumento aislado de los linfocitos intraepiteliales en ausencia de atrofia vellositaria debe interpretarse en el contexto de la serología celíaca, los síntomas y la tipificación HLA.
Los pacientes sintomáticos con serología positiva (anticuerpos EMA o TTG) pueden tratarse con una dieta sin gluten. Si persiste la duda diagnóstica, debe repetirse la biopsia después de la dieta sin gluten en busca de mejoría.
Una segunda biopsia (posterior al tratamiento) se reserva para los pacientes en los que la primera biopsia y la prueba serológica no son concluyentes (por ejemplo, enteropatía seronegativa o la biopsia muestra indicios de aumento de los linfocitos intraepiteliales sin atrofia vellositaria) o para los pacientes que reciben una dieta estricta sin gluten pero no responden.
La prueba de provocación con gluten (se reintroduce el agente causante mientras el paciente sigue una dieta restrictiva) se reserva para los pacientes que están recibiendo tratamiento pero tienen un diagnóstico dudoso (2).
Los pacientes con sospecha de enfermedad celíaca en los que los resultados histológicos o serológicos (o ambos) no sean diagnósticos deben ser remitidos a un gastroenterólogo con interés en la enfermedad celíaca (1).
Referencia:
Añada a esta página información que sería útil tener a mano durante una consulta, como una dirección web o un número de teléfono. Esta información se mostrará siempre que visite esta página