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La enfermedad diverticular es un diagnóstico de exclusión. Por lo tanto, la investigación debe descartar primero otras causas tratables de sintomatología similar, como la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn, la colitis isquémica y el carcinoma colorrectal.
Clásicamente, el enema opaco se utilizaba como primera línea de investigación. Sin embargo, la TC se ha convertido en el método estándar para el diagnóstico de la enfermedad diverticular (abdomen y pelvis).
Los enemas de contraste tienen un valor limitado debido a que la diverticulitis es un proceso extraluminal. Los hallazgos que sugieren un diagnóstico incluyen: material de contraste extravasado que delinea una cavidad abscedada, un tracto sinusal intramural o una fístula (1).
Una radiografía de tórax con el paciente en posición vertical puede ayudar a detectar el neumoperitonium. Una radiografía abdominal puede revelar anomalías como dilatación o íleo del intestino delgado o grueso, neumoperitoneo, obstrucción intestinal o densidades de los tejidos blandos que sugieran abscesos. (2)
NICE sugiere (3):
Un hemograma completo (FBC), buscando neutrofilia o anemia, urea y electrolitos, y proteína C reactiva.
Los marcadores inflamatorios inespecíficos suelen estar elevados; una concentración inicial de proteína C reactiva superior a 170 mg/L (17 mg/dL) puede predecir una diverticulitis complicada, aunque una proteína C reactiva baja no descarta una diverticulitis complicada. Considerar diagnósticos alternativos si no se elevan los marcadores inflamatorios.
No remita sistemáticamente a las personas con sospecha de enfermedad diverticular a menos que
Si la persona cumple los criterios para una vía de sospecha de cáncer, remítala por esta vía
Referencia:
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