La prueba sin sonda se utiliza para comprobar si un paciente necesita un tratamiento adicional de sus problemas urinarios o si necesita una sonda urinaria permanente.
La sonda se retira con antibióticos y el paciente se somete a una tabla de fluidos. Por lo general, un día es suficiente para hacerse una idea de cómo se desenvolverá el paciente. Al cabo de este tiempo, el rendimiento puede evaluarse sobre la base de:
- comparación de la entrada y salida de fluidos
- exploración del abdomen - palpación y percusión de la vejiga
- ecografía postmiccional
- recateterización tras la micción
Estos últimos dan un volumen residual; cuanto mayor es el volumen, mayor es la tendencia a la retención crónica.
Los pacientes pueden tener, sobre todo después de una intervención urológica, varias pruebas sin sonda antes de que la prueba tenga éxito. Esto es especialmente cierto tras un sondaje preoperatorio de larga duración; la vejiga puede haberse vuelto atónica y puede ser necesario volver a entrenarla.
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