Tanto la reducción de la ingesta de líquidos como el aumento de las pérdidas de líquidos son responsables de la deshidratación en los ancianos.
Los siguientes factores aumentan el riesgo de deshidratación en los pacientes ancianos:
Además, las personas mayores pueden tener dificultades para acceder al agua debido a la disminución de la movilidad, los problemas visuales, los trastornos de la deglución, las alteraciones cognitivas y el uso de sedantes, o limitar la ingesta por miedo a la incontinencia. La deshidratación puede empeorar aún más con medicamentos como diuréticos o laxantes, que aumentan la pérdida de agua (1).
Los pacientes pueden presentar confusión mental, deterioro de las funciones cognitivas, sequedad de las mucosas, hipotonía de los globos oculares, hipotensión ortostática y taquicardia.
Los ancianos deshidratados también presentan un mayor riesgo de hipertermia (en condiciones de temperatura ambiente elevada), caídas, cálculos renales e infecciones urinarias (1).
Referencias:
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