Cuando se daña un vaso sanguíneo, hay tres procesos importantes para detener la hemorragia:
- espasmo vascular en respuesta a la lesión
- formación de tapones plaquetarios en la superficie endotelial dañada
- activación de la cascada de coagulación
Los defectos en cualquiera de estos procesos provocan un retraso en el cese de la hemorragia. El tipo de trastorno influye en el patrón de la hemorragia.
Si hay defectos vasculares o plaquetarios, se producen hemorragias de pequeños vasos que se manifiestan como hemorragias cutáneas y mucosas, por ejemplo epistaxis o hemorragias gastrointestinales.
Por el contrario, los trastornos de la coagulación provocan hemorragias en tejidos más profundos, como hematomas subcutáneos o intramusculares o hemorragias articulares (hemartrosis).
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