La toxoplasmosis ocular es una causa frecuente de uveítis posterior, y suele ser el resultado de una infección congénita por el organismo, que se presenta en la segunda década.
El paciente suele presentar dolor ocular y visión borrosa.
En la fundoscopia se observan áreas de coriorretinitis, en las que el foco infeccioso aparece como una mancha algodonosa en el fondo del ojo. Al resolverse, queda una cicatriz bien delimitada.
Estos episodios pueden ser asintomáticos, la retina cicatrizada sólo se nota en el examen por otras razones.
Toxoplasma causa alrededor del 25% de los casos de uveítis en el Reino Unido.
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