El control de la fiebre Q suele realizarse mediante la inmunización de personas susceptibles con vacunas derivadas de antígenos de fase I de C. burnetti. La vacuna sólo debe administrarse a personas que den negativo en las pruebas cutáneas para evitar efectos secundarios.
La leche del ganado infectado debe pasteurizarse o hervirse. Debe evitarse la exposición a aerosoles infectados.
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