La infección puede permanecer focalizada en una región discreta o, lo que es más frecuente, extenderse a lo largo del eje de un hueso largo.
El hueso necrótico se encuentra en cavidades (sequestrum) que contienen pus y están tapiadas por tejido vascular y hueso nuevo esclerótico (involucrum).
El sequestrum actúa como un refugio para las bacterias, permitiendo la infección continua hasta que el hueso se pasa a través de un seno de drenaje o se extirpa quirúrgicamente.
La infección puede seguir un curso recidivante y remitente; los senos pueden cerrarse durante semanas o meses, para volver a abrirse a medida que se reacumula el pus.
El involucro esclerótico es más frágil que el hueso normal y puede sufrir fracturas patológicas.
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