La rabia está causada por una serie de cepas diferentes de virus neurotrópicos, la mayoría de los cuales pertenecen al género lyssavirus, familia Rhabdoviridae.
El virión tiene forma de bala y contiene un genoma de ARN monocatenario, no segmentado, de sentido negativo, que codifica 5 proteínas estructurales.
Se cree que la susceptibilidad a la infección está relacionada con una serie de factores: la cepa infectante del virus de la rabia, los antecedentes genéticos del huésped, la concentración de receptores nicotínicos de acetilcolina en el músculo esquelético, el tamaño del inóculo, el grado de inervación del lugar de la mordedura y su proximidad al sistema nervioso central.
El virus suele amplificarse en las células del músculo esquelético cerca del lugar de la inoculación antes de entrar en el sistema nervioso a través de terminales sensoriales y motoras no mielinizadas. Se propaga por flujo axonoplasmático retrógrado (a una velocidad de 8 a 20 mm por día) hasta alcanzar la médula espinal. Es en este punto cuando aparecen los primeros síntomas específicos de la enfermedad: parestesia y dolor en el lugar de la herida. La encefalitis se produce a medida que el virus se propaga por el sistema nervioso central. A continuación, se propaga por los nervios periféricos a otras partes del cuerpo, como las glándulas salivales, donde se produce la secreción de saliva.
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