La vía preferida para la administración de fluidos y fármacos es la intravenosa periférica, que permite una infusión prolongada y flujos elevados. Sin embargo, en los niños, el acceso periférico puede resultar difícil y, aunque puede intentarse el acceso central, a menudo resulta difícil y peligroso, especialmente en los más pequeños. Una alternativa eficaz y rápida al acceso venoso periférico es la vía intraósea. Se recomienda para niños de hasta seis años. Se pueden infundir rápidamente líquidos y fármacos, y se pueden obtener muestras de médula para investigaciones rutinarias como glucosa, urea y electrolitos y recuento sanguíneo completo. Sin embargo, la vía intraósea no debe utilizarse para un acceso a largo plazo y debe sustituirse por una cánula intravenosa cuando sea apropiado.
Si no puede obtenerse acceso intravenoso ni intraóseo, pueden administrarse determinados fármacos como lignocaína, epinefrina, atropina y naloxona (fármacos LEAN) a través del tubo endotraqueal. Debe utilizarse una dosis diez veces superior a la habitual e inyectarse profundamente en el árbol bronquial, con una cánula de calibre fino, enjuagando a continuación con un volumen igual de solución salina.
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