La reversión se realiza en el quirófano o en la UCI. Lo ideal es reducir lentamente la concentración de anestésico inhalado, suspender todas las infusiones de fármacos anestésicos y administrar oxígeno al 100%. Si existe, la parálisis muscular se revierte con un anticolinesterásico como la neostigmina; a menudo se combina con un fármaco anticolinérgico que reduce sus efectos secundarios muscarínicos: salivación, bradicardia, secreciones bronquiales. Si no, el anticolinérgico se administra primero por vía intravenosa.
Si el paciente ha ventilado espontáneamente durante la anestesia, el anestesista sólo tiene que administrar oxígeno al 100% durante unos minutos. De este modo se evita la hipoxemia arterial, ya que el óxido nitroso vuelve a difundirse hacia los alvéolos.
Se confirma que el paciente respira espontáneamente; lo ideal es medir el volumen. Si la ventilación espontánea es lenta o inexistente, puede considerarse la posibilidad de mantener un alto porcentaje de flujo de oxígeno, el estímulo de mover el tubo endotraqueal o un antagonista narcótico.
Se coloca al paciente en decúbito lateral izquierdo y, con la aspiración de las secreciones, se retira la vía aérea. Si el paciente está estable, se le traslada a la sala de recuperación.
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