Los opiáceos orales tienen cabida en el tratamiento del dolor intenso cuando existe función gastrointestinal, por ejemplo en cuidados terminales.
En el postoperatorio, por ejemplo, la estasis en el tracto gastrointestinal puede conducir a la acumulación de opiáceos en el estómago; cuando se restablece la motilidad, la absorción repentina por el intestino delgado puede precipitar una depresión respiratoria grave.
Por ello, los opiáceos orales sólo están indicados en el postoperatorio tardío, cuando puede predecirse la absorción.
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