El cuerpo debe considerarse como una masa de pequeños imanes dispuestos al azar. Estos imanes representan los núcleos de los átomos de hidrógeno -protones- que tienen polaridad y, por tanto, son capaces de alterar su orientación si se someten a un campo magnético intenso. La resonancia magnética utiliza estas propiedades en un proceso de tres etapas.
- Precesión: Cuando se coloca a un paciente en un escáner, algunos de sus protones se alinean a lo largo del eje del campo magnético. Cuando estos protones se magnetizan, giran y se tambalean (precesión) alrededor del eje del campo magnetizado.
- Resonancia: Si se aplican cambios en la radiofrecuencia, puede modificarse la orientación de la rotación y el bamboleo. Se pueden utilizar diferentes tipos de impulsos de radiofrecuencia para producir diferentes tipos de señales emitidas con diferentes estructuras.
- Emisión: Una vez que el pulso de radiofrecuencia se apaga entonces los protones comienzan a perder su cohesión de fase y esto resulta en la emisión de señales de radiofrecuencia muy pequeñas. La magnitud, fase, amplitud y frecuencia de estas señales son detectadas por un generador de imágenes de resonancia magnética y utilizadas para generar una imagen.