¿El paciente quiere realmente una receta? Con frecuencia, los pacientes acuden en busca de tranquilidad, por lo que la prescripción socava la esperanza de que algo vaya mal. Los pacientes pueden haber acudido en busca de información y no estar entusiasmados con las pastillas; la prescripción es entonces un golpe a la autonomía del individuo. También es posible que la receta sea la única opción que conoce el paciente: el consejo, el asesoramiento u otra estrategia pueden ser mucho más eficaces como tratamiento a largo plazo.
Los socios de la consulta pueden evitar la prescripción despilfarradora e ineficaz siendo coherentes a la hora de educar a sus pacientes. Enseñar a los pacientes que las infecciones víricas no necesitan antibióticos puede ser una tarea ardua: la mayoría de los médicos saben que no siempre es posible una prescripción racional, pero si los socios se ponen de acuerdo sobre estas cuestiones, los pacientes son infinitamente más fáciles de tratar: el propio comportamiento de los médicos influye mucho en la carga de trabajo y los costes.
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