La fijación interna es el tratamiento de elección, ya que permite una movilización precoz y una buena reducción anatómica.
Las fracturas estables pueden reducirse mediante una ligera tracción con la pierna en rotación interna o externa, o colocarse en posición neutra, según dicte la radiografía. Una vez confirmada por la radiografía posterior, la reducción puede mantenerse utilizando cualquier dispositivo adecuado que sujete la cabeza y el cuello femorales y se fije al eje femoral intacto, por ejemplo, una placa de ángulo fijo o, preferiblemente, un tornillo y una placa deslizantes. Estos pacientes pueden ser movilizados precozmente.
Las fracturas inestables se tratan mejor con un dispositivo que permita el impacto de los fragmentos, como un "tornillo dinámico de cadera".
En las fracturas gravemente conminutas, puede ser necesario empujar el eje femoral medialmente para proporcionar apoyo a la cabeza, y luego fijar. Puede ser necesario un injerto óseo si la cortical medial está muy destruida.
El soporte de peso suele aplazarse hasta que aparece el callo y se observa que refuerza el dispositivo de fijación.
Las fracturas patológicas pueden requerir la adición de cemento para mejorar la estabilidad proporcionada por la fijación interna.
Alternativamente, en pacientes no aptos para la anestesia o con problemas derivados de otras lesiones, una fractura intertrocantérica o pertrocantérica puede tratarse con éxito mediante reposo en cama y tracción, ya que la unión rara vez es un problema. Sin embargo, los riesgos de la fijación interna para estos pacientes deben ser siempre superiores a las ventajas de una movilización precoz.
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