el paciente está tumbado en decúbito supino con las rodillas entre la extensión completa y 15 grados de flexión
con una mano estabiliza el fémur distal (justo por encima de la rodilla) y con la otra ejerce una presión firme sobre la cara posterior de la tibia proximal (en un intento de subluxar la tibia hacia delante)
la traslación anterior de la tibia con un punto final "blando" se considera una prueba positiva que indica la rotura del LCA (1,2)
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