La prostaglandina E2 desempeña un papel fundamental en la producción de fiebre. Los fármacos que inhiben la ciclooxigenasa cerebral son eficaces para reducir la fiebre; los más utilizados son el paracetamol, la aspirina y otros AINE.
Las pruebas experimentales sugieren que los mecanismos de defensa del huésped se ven reforzados por el aumento de la temperatura. Los antipiréticos no deberían utilizarse de forma rutinaria, pero es evidente su utilidad en niños con riesgo de convulsiones febriles, en adultos con insuficiencia cardiaca y pulmonar (para reducir la demanda excesiva de O2) y cuando la fiebre provoca delirios.
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