Las fracturas de costillas son casi siempre el resultado de una fuerza directa, aunque en los pacientes osteoporóticos algo tan pequeño como una tos o un estornudo puede fracturar una costilla.
El paciente se queja de un dolor agudo en el pecho que empeora al respirar profundamente y toser. En la exploración, si la pared torácica se comprime ("salta") en dirección anteroposterior, el dolor se agrava. La radiografía muestra la fractura o fracturas, normalmente cerca del ángulo costal.
En la mayoría de los casos, el tratamiento se limita a la inyección de un anestésico local y al fomento de una respiración normal. En raras ocasiones, un fragmento óseo puede perforar el pulmón y provocar un neumotórax. Una vez tratado el neumotórax, hay que tener en cuenta que se trata de una fractura compuesta y que deben administrarse antibióticos.
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