Tradicionalmente, se ha sugerido que las sibilancias se producen de manera similar a un tubo de órgano: las propiedades físicas del tubo - bronquio - ponen la columna de aire en su interior en un estado de oscilación a su paso. Sin embargo, la longitud de la trayectoria vibratoria máxima no coincide con las bajas frecuencias que pueden producirse y, a diferencia de las sibilancias fisiológicas, la nota producida se ve alterada por los cambios en la densidad del gas.
En cambio, un simple instrumento de lengüeta parece ser un mejor paradigma. Son las paredes de los bronquios las que vibran a una frecuencia determinada entre los estados ocluido y parcialmente abierto. Esto explica tanto la variación de la calidad de las sibilancias con el ciclo respiratorio como por qué las sibilancias agudas pueden auscultarse en estaciones centrales o periféricas del tórax.
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