El absceso puede estar a cualquier nivel, pero lo más frecuente es que sea torácico. La médula está dañada, bien directamente por los efectos compresivos de la lesión, bien secundariamente a una tromboflebitis y a un infarto venoso.
La presentación se asemeja a un tumor o hematoma extradural rápidamente progresivo con debilidad bilateral de las piernas, un nivel sensitivo y retención urinaria. El absceso se distingue por
- dolor muy intenso en la zona
- toxemia - taquicardia, pirexia, malestar general
- rigidez del cuello y de la columna vertebral con marcada resistencia a la flexión
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