La inyección intramuscular de opiáceos ha sido una forma popular de tratar el dolor postoperatorio. Sin embargo, el beneficio subjetivo para el paciente ha sido menor de lo deseado.
Esto se debe a que
- la farmacocinética y los efectos farmacológicos de los opiáceos varían mucho de un paciente a otro - la concentración plasmática mínima efectiva muestra un rango ocho veces superior en la misma población quirúrgica; esto es problemático, ya que el índice terapéutico de los opiáceos es pequeño
- el temor a los efectos adversos y la incomprensión del riesgo de dependencia han hecho que los opiáceos intramusculares se administren con muy poca frecuencia
La situación ha mejorado ahora que se utilizan más las vías de administración alternativas.
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