La laparoscopia diagnóstica permite confirmar de forma relativamente atraumática la malignidad y el estadio de la enfermedad mediante biopsias, cepillados o lavados, evaluar el grado de diseminación y también el éxito probable de la intervención.
Otras ventajas son que las biopsias se toman bajo visión directa, lo que garantiza que sólo se analicen las regiones sospechosas; en caso necesario, la hemorragia resultante puede diatermizarse al mismo tiempo. Se puede acceder fácilmente a las cuatro regiones del abdomen: los objetivos han incluido el hígado, el páncreas, el epiplón, el mesenterio, las masas tumorales y los ganglios linfáticos. Un diagnóstico y una recuperación más precoces permiten iniciar más rápidamente las terapias anticancerosas.
Las desventajas con respecto a la laparotomía son la imposibilidad de visualizar las estructuras retroperitoneales y la región por encima del hígado. Las complicaciones pueden incluir la siembra tumoral. Las contraindicaciones son la carcinomatosis, las adherencias importantes y las coagulopatías no corregibles.
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