Durante el embarazo, el gasto cardíaco aumenta de 4,5 a 6,7 litros, con un incremento adicional durante la primera y la segunda fase del parto. A pesar de ello, en un embarazo normal no se produce un aumento de la tensión arterial debido a la disminución de la resistencia periférica que lo acompaña.
El aumento del gasto cardíaco se consigue mediante un aumento de la frecuencia cardíaca (una media de 15 latidos/min) y un aumento del volumen sistólico.
No es raro que las mujeres se quejen de desvanecimiento cuando están tumbadas en posición supina al final del embarazo. Esto se debe a la compresión de la vena cava por el aumento de tamaño del útero y a una circulación colateral paravertebral deficiente, que a su vez reduce el retorno venoso y el gasto cardíaco y provoca una reducción de la tensión arterial.
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