Los campos visuales pueden examinarse de varias maneras. La primera es por confrontación:
- primero hay que comprobar que la agudeza visual es satisfactoria para permitir la discriminación aproximada de los objetos utilizados para cartografiar los campos visuales - no se llevan gafas correctoras
- el paciente se sienta frente al examinador al mismo nivel y a una distancia aproximada de un brazo
- el paciente cierra un ojo y enfoca con el otro el ojo diametralmente opuesto del examinador
- se acerca un dedo, o más clásicamente un alfiler rojo, desde la periferia del campo visual desde cuatro posiciones diagonales, y se pide al paciente que diga cuándo lo ve mientras sigue enfocando el ojo del examinador
- para comprobar con mayor precisión la agudeza de la fóvea central, se pide al paciente que diga en qué momento detecta por primera vez que el alfiler es rojo
- a partir de la respuesta verbal del paciente, el examinador obtiene una idea aproximada de su pérdida de campo visual comparándola con su propia apreciación
- a continuación se examina el otro ojo
Una evaluación más precisa de los campos visuales se realiza con aparatos perimétricos.
Si procede, se traza el punto ciego del paciente:
- el paciente y el examinador se sientan como para la prueba del campo visual
- ambos cierran un ojo opuesto, no examinado
- con un fondo oscuro detrás del examinador, ambos miran directamente al ojo de la persona opuesta, y se introduce un alfiler rojo en el punto medio entre los dos individuos y ligeramente por debajo del nivel de la pupila
- el alfiler se desplaza lateralmente, y se pide al paciente que diga cuándo desaparece de la vista y cuándo vuelve a aparecer; esto se compara con la percepción que tiene el examinador de su propio punto ciego
- a continuación, se examina el otro ojo