Se trata de una enfermedad autoinmune en la que una lesión penetrante en un ojo produce inflamación en el otro ojo no lesionado.
La úvea debe estar implicada, especialmente el cuerpo ciliar. Se cree que la liberación de pigmento uveal en el torrente sanguíneo provoca la producción de anticuerpos que inician la uveítis en el otro ojo. Los primeros síntomas son manchas flotantes y debilidad de la acomodación. La retina rara vez se ve afectada, pero puede producirse papiloedema y glaucoma.
La administración precoz de corticoides sistémicos puede ser útil. Si el ojo lesionado sigue inflamado y hay pocas perspectivas de que recupere la visión, puede extirparse para ayudar a reducir la probabilidad de oftalmia simpática. Por lo general, es necesario actuar en las dos semanas siguientes a la lesión.
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