La vitamina E es una vitamina alimentaria liposoluble necesaria para la reproducción normal, el desarrollo muscular, la resistencia de los eritrocitos a la hemólisis y otras funciones bioquímicas en humanos y animales. Además, puede actuar como antioxidante. La "vitamina E" es en realidad un grupo que engloba ocho compuestos naturales, tocoferoles y tocotrienoles, de los cuales el d-alfa-tocoferol es el más disponible y el más activo biológicamente.
Entre las fuentes de vitamina E se encuentran los frutos secos frescos, los aceites de semillas de germen de trigo y las verduras de hoja verde. Los productos animales suelen ser fuentes pobres. La dosis diaria recomendada es de 10 mg y 8 mg en hombres y mujeres, respectivamente.
La absorción depende de la digestión y absorción de las grasas. Los tocoferoles libres entran pasivamente en la circulación linfática, mientras que los metabolitos y una pequeña cantidad de vitamina E entran en la circulación portal. La vitamina que circula en la sangre está unida principalmente a lipoproteínas de baja y alta densidad (LDL y HDL).
La vitamina E se almacena en el hígado, el tejido adiposo, los músculos, la hipófisis, los testículos y las glándulas suprarrenales.
Hay pruebas que sugieren que la suplementación con altas dosis de vitamina E se asocia a un aumento de la mortalidad por todas las causas (1).
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