En general, los niños pequeños con pie plano no precisan tratamiento, salvo tal vez elevar la parte interior de los tacones de sus zapatos. En niños mayores y adultos jóvenes, pueden ser necesarios soportes para el arco del pie dentro del calzado. Los ejercicios para fortalecer los pies no corregirán la deformidad, pero reducirán la probabilidad de que se produzcan "tensiones en los pies".
Si la afección es secundaria a un trastorno como la poliomielitis o la artritis reumatoide, puede ser necesaria una corrección quirúrgica y un reequilibrio muscular.
Las deformidades graves requieren una intervención quirúrgica que depende de la patología, por ejemplo, la fusión subastragalina para los talones en valgo.
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