Con el aumento de la sordera, las células ciliadas pueden ser reclutadas para oír una frecuencia concreta.
Los pacientes muestran un rango dinámico de audición reducido. Siguen siendo incapaces de oír sonidos más suaves -por ejemplo, pueden no empezar a oír hasta los 40 dB-, pero descubren que la audición se sobrecarga rápidamente -por ejemplo, los sonidos son demasiado fuertes a los 80 dB-.
El escenario clásico es el de un individuo que dice en un suspiro: "Habla más alto, no oigo", y en el siguiente: "No hace falta que grites, no estoy sordo".
El fenómeno se da en la presbiacusia y la enfermedad de Meniere.
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