Hasta los 3 años, el tímpano de un niño normal no se parece al de un adulto. En los neonatos, la pars flaccida es más un bloque de mesénquima que una membrana, lo que explica la falta de movimiento cuando el bebé llora. El mesénquima explica el enrojecimiento y la opacidad del tímpano neonatal.
Para la exploración, el niño debe sentarse en el regazo de un adulto, de lado para examinar las orejas. El adulto debe sujetarlo con una mano y, con la otra, sujetar firmemente la cabeza contra el pecho.
El otoscopio debe sujetarse ligeramente, como un lápiz, entre los dedos pulgar, índice y corazón. El dedo meñique puede apoyarse en la frente, añadiendo la propiocepción del examinador a los sentidos utilizados para completar este delicado examen. Así, si la cabeza se mueve, el otoscopio se mueve también, sin golpear el meato ni el tambor, que son exquisitamente sensibles.
Se puede introducir la sugerencia de que el examen puede hacer cosquillas, sobre todo en niños mayores de tres años. Se puede distraer a otros hermanos pidiéndoles que busquen la luz que sale del otro oído. Es notable la diferencia que estos comentarios suponen para la cooperación y el disfrute general de la exploración, tanto para el niño como para el médico.
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