Son más frecuentes entre los 18 meses y los 3 años, cuando aproximadamente el 10% puede tener al menos una rabieta a la semana. Son más frecuentes en niños varones y en hogares con una madre soltera o un padre ineficaz.
Las rabietas son una respuesta incontrolada a una situación frustrante. Si los padres de un niño ceden ante una rabieta, ésta se convierte en una respuesta aprendida.
Control: si un niño tiene una rabieta, los padres deben sentarse o estar cerca del niño, pero no intervenir hasta que la rabieta haya terminado. Se puede colocar al niño en una habitación sin juguetes hasta que se haya calmado. Los padres no deben intentar sobornar a un niño con dulces, etc. para que ponga fin a una rabieta, porque eso sólo servirá para reforzar ese patrón de comportamiento concreto. Si el niño corre peligro de hacerse daño a sí mismo o a otros, hay que sujetarlo con cuidado.
Añada a esta página información que sería útil tener a mano durante una consulta, como una dirección web o un número de teléfono. Esta información se mostrará siempre que visite esta página