El curso de la esquizofrenia es variable. Un inicio agudo suele predecir un mejor pronóstico. Los síntomas floridos remiten (incluso sin tratamiento, aunque mucho más rápidamente si éste se administra), y la persona vuelve a ser la de siempre. Sin embargo, es probable que se produzcan otras recaídas agudas.
El curso crónico de la enfermedad es más probable si el inicio fue insidioso. En estos casos, los delirios y las alucinaciones tienden a persistir a menos que se mantenga el tratamiento farmacológico (es decir, el curso no suele estar marcado por remisiones y recaídas), pero, lo que es más importante, la persona no vuelve a su estado premórbido. Por el contrario, sigue careciendo de motivación y capacidad de respuesta emocional, y se vuelve cada vez más apática y retraída.
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