- depresión y desesperación:
- Poco a poco, los síntomas del duelo agudo comienzan a desaparecer.
- los rituales funerarios, la necesidad de deshacerse de las posesiones del difunto y de ocuparse de sus asuntos pendientes ayudan al doliente a aceptar que realmente se ha ido
- la ansiedad y la tristeza pierden importancia y pasan a ocupar su lugar la depresión y la desesperación que caracterizan el duelo
- apatía:
- Durante esta fase, el doliente puede sentirse desesperanzado y apático, perder el sentido de la vida y retraerse socialmente, sobre todo si las situaciones sociales le evocan recuerdos del fallecido.
- los días parecen todos iguales y no se ven perspectivas de cambio
En la fase intermedia del duelo, tranquilizar no suele ser útil y los cuidadores deben esperar pacientemente, haciendo compañía, pero evitando presionar, hasta que aparezcan los primeros signos de recuperación.
Los progresos pueden ser lentos y requerir varios meses.
Entonces, a menudo para sorpresa del doliente, empieza a sentirse mejor:
- pueden aceptar una invitación, no por el bien de la persona que les ha invitado, sino porque quieren ir
- deciden comprar algo nuevo o redecorar la habitación de la persona fallecida.
El trabajo de duelo del doliente está llegando a su fin y ahora está en camino de adquirir una nueva identidad y un nuevo estilo de vida.
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