Esto es habitual en las primeras fases del duelo y puede verse como un intento de mitigar la sensación de pérdida. Esta sensación de presencia puede ser reconfortante, y la persona afligida puede hablar con el fallecido y siente como si supiera cuál será la respuesta. Oír la voz del fallecido también es normal, pero menos frecuente.
Interpretar erróneamente sonidos como pasos, o confundir momentáneamente una cara entre la multitud con la del fallecido, es seguido por la decepción al darse cuenta de que en realidad no están allí.
Las alucinaciones verdaderas también ocurren y se debe tranquilizar a los pacientes diciéndoles que son normales y no un signo de locura inminente.
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