Las respuestas somáticas son prominentes, debido a la hiperactividad del sistema nervioso autónomo.
La respiración se produce en suspiros profundos. Se pierde el apetito y puede haber diarrea, mientras que la ansiedad es lo más destacado, y más tarde (con depresión) sobreviene el estreñimiento. La hipocondría transitoria puede formar parte de la respuesta normal al duelo. El insomnio es habitual, con inquietud tanto nocturna como diurna, seguida de sentimientos de fatiga abrumadora en la fase más depresiva.
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