La ley Frank-Starling debe su nombre a dos destacados fisiólogos del siglo XIX.
La ley Frank-Starling establece que, dentro de los límites fisiológicos, el corazón bombea toda la sangre que regresa a él sin que se produzca un represamiento indebido de la sangre en las venas.
Los mecanismos de regulación intrínseca permiten adaptar el corazón a las tasas de retorno venoso, que pueden variar de 2 litros por minuto en reposo a 25 litros por minuto durante el ejercicio.
La regulación intrínseca depende del hecho de que el estiramiento del músculo cardíaco da lugar a una mayor fuerza de contracción. Así, el aumento del retorno venoso estira el corazón y provoca un aumento de la fuerza de contracción (y un aumento moderado de la frecuencia cardiaca), lo que se traduce en un aumento correspondiente del gasto cardiaco.
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