1. Ahora se dispone de nuevos tipos de pruebas. Éstas pueden generar cambios importantes en la atención al paciente: los ensayos doble ciego y los metaanálisis (revisiones sistemáticas estadísticamente válidas) han confirmado la eficacia de muchos tratamientos y la inutilidad o nocividad de otros.
2. La información no llega. La cuestión ya no es qué poca práctica médica tiene una base firme en la evidencia, sino cuánto de lo que tiene una base firme se está aplicando realmente a la atención al paciente. Los métodos tradicionales de lectura de revistas y libros de texto (ya obsoletos) no funcionan, dado el ingente volumen de literatura clínica.
3. Nuestros conocimientos y nuestro rendimiento se deterioran con el tiempo. El efecto neto de la constante falta de obtención de información actualizada es una correlación negativa significativa entre los conocimientos del médico y el número de años transcurridos desde su graduación.
4. La formación médica continuada no mejora el rendimiento. La EMC tradicional e instructiva no consigue cambiar el rendimiento clínico ni mejorar los resultados sanitarios.
5. Se ha demostrado que la MBE mantiene al día a los médicos.
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