El taponamiento con balón se utiliza si la escleroterapia y la terapia vasoconstrictora no consiguen controlar la hemorragia varicosa o están contraindicadas. La sonda habitual es una Sengstaken-Blakemore que se introduce en el estómago. El balón gástrico se infla; el balón esofágico sólo se infla si la hemorragia no se controla con el balón gástrico. La técnica tiene éxito en el 90% de los casos. Las complicaciones graves, con una mortalidad del 5%, son la neumonía por aspiración, la rotura esofágica y la ulceración de la mucosa. Es muy desagradable para el paciente.
Si las várices gástricas son el origen de la hemorragia, la sonda de Linton-Nachlas (una sonda con un único balón grande) es más eficaz para detener la hemorragia.
Hay que tener en cuenta que el taponamiento con balón es una medida temporal y puede provocar necrosis por presión al cabo de 48-72 horas. Por lo tanto, debe recurrirse a la escleroterapia o a algún otro medio de control al cabo de 12-24 horas.
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