Entre el cinco y el quince por ciento de los casos de autolesión deliberada implican autolesiones.
A menudo se trata de laceraciones superficiales de las extremidades superiores.
En los casos más raros, en los que se emplea más violencia, la persona puede, por ejemplo, arrojarse desde una altura, saltar delante de un tren o pegarse un tiro. Estos medios altamente peligrosos de autolesión indican un alto grado de intención suicida.
Las características de un paciente típico que se autolesiona son:
El paciente suele describir un período de tensión creciente que se libera con la laceración.
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