La oxidación de los triglicéridos es esencialmente la oxidación de uno de sus constituyentes, los ácidos grasos. Comienza en los adipocitos con la descomposición -lipólisis- de los triglicéridos en un ácido graso y un diacilglicerol.
La primera enzima de la secuencia, la triacilglicerollipasa, está saturada y es, por tanto, el objetivo de la regulación externa por parte de las hormonas. Como la liberación de ácidos grasos es un factor determinante de la oxidación de ácidos grasos y de la formación de cuerpos cetónicos, el control de esta enzima es vital (véase el submenú).
Otras lipasas pueden degradar el diacilglicerol en monoacilglicerol y un residuo de ácido graso. Estas enzimas no están saturadas, por lo que no suelen verse influidas por las enzimas reguladoras.
Una vez liberados, los ácidos grasos quedan libres para circular dentro de complejos lipoproteicos o unidos a la albúmina. Entran en los tejidos periféricos para su oxidación. El glicerol pasa al plasma para su oxidación a través de la glucólisis; también puede entrar en la gluconeogénesis.
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