Las contracturas cicatriciales suelen producirse tras una quemadura. Son regiones de cicatriz acortadas (contraídas) e hipertróficas. Se desarrollan en cicatrices que cruzan perpendicularmente articulaciones o pliegues cutáneos. Las contracturas cutáneas prolongadas pueden dar lugar secundariamente a tejidos blandos subyacentes, como ligamentos y músculos. Estas últimas pueden ser extremadamente difíciles de tratar, por lo que las contracturas cutáneas activas deben tratarse de forma agresiva.
El tratamiento de las contracturas cicatriciales suele correr a cargo de un equipo multidisciplinar de quemados. Puede implicar tanto entablillado y fisioterapia para mantener un rango adecuado de movimiento de cualquier articulación afectada, como intervenciones quirúrgicas que pueden incluir:
- liberación de la contractura por incisión o escisión con o sin injerto de piel
- remodelación de la banda de contractura mediante la interposición de colgajos locales procedentes de tejidos blandos circundantes no implicados
- expansores tisulares -balones subcutáneos implantados que se llenan lentamente- para crear un exceso de piel alrededor de la contractura que se hace avanzar una vez extirpada la contractura
- cobertura con colgajos regionales o libres: desplazamiento de un gran volumen compuesto de tejido a la región en la que se ha extirpado o liberado una gran contractura
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