Suelen presentarse en pacientes menores de 30 años como placas asintomáticas, redondas u ovaladas, firmes, lisas y rojizas, de varios centímetros de diámetro, con un borde rojo o violáceo bien marcado (1,2).
Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero son más frecuentes en los muslos, el tronco y la parte superior de los brazos. Gradualmente, el centro de la lesión se vuelve atrófico y blanco, y se pierde el borde eritematoso (2).
Las placas se vuelven muy firmes y la calcificación no es infrecuente. Las lesiones "quemadas" pueden volverse hiperpigmentadas.
Una variante lineal se observa con frecuencia en el cuero cabelludo y puede causar una alopecia cicatricial. A menudo se extiende hasta la frente y aparece como una cicatriz exagerada, como un "golpe de sable". Puede observarse un surco o una depresión por debajo del nivel de la piel circundante (2). En los niños pequeños, esto puede provocar irregularidades en el crecimiento del cráneo subyacente.
La enfermedad cutánea generalizada es rara. Se trata de una forma grave de morfea con una amplia afectación de la piel. En esta enfermedad se observan numerosas placas induradas, hiperpigmentación y atrofia muscular frecuente (2).
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